28 septiembre 2007

el alma y roma

ROMA III

Mi alma ya no está en Roma, pero es Roma;
a golpes el recuerdo la ha esculpido,
la ha llenado de templos y de ruinas.
Sobre siete colinas se alza Roma,
sobre siete colinas se alza el alma,
con sus columnas sosteniendo el cielo,
que parece girar en lentos círculos
en lo alto de los altos capiteles.
Mi alma es el sol que pasa entre los arcos
del circo colosal. Mi alma es Sant’Angelo:
es el castillo firme y es el puente
bajo el que serpentea turbia el agua.
Mi alma es la iglesia donde la lechuza,
bajo apuntadas bóvedas, se rinde
ante la sabia madre de Jesús;
y también es aquélla al otro lado
del mundo. Mi alma, el tridente que parte
desde la plaza de las dos gemelas;
mi alma, la plaza de los cien peldaños;
mi alma, la plaza de los cuatro ríos.
Mi alma es el claustro de columnas blancas,
iguales dos a dos, de mármol frío,
de San Juan de Letrán. Mi alma, el palacio
erguido en la cornisa del teatro.
Mi alma es el templo de paredes curvas,
donde destruye el sol a las tinieblas
descendiendo hasta el centro de su reino,
cruzando el ojo abierto a lo divino,
deslumbrando la mente de los hombres.
--¿Por qué no regresaste antes al cuerpo?
¿Por qué no me trajiste Roma antes?
¿Más de tres años, alma, te ha llevado
volver de Roma convertida en Roma?
--¿Pero qué son tres años si te traigo
a ti, que eres mortal, lo inmune al tiempo?

(María M. Bautista, septiembre, 2007)

Ayer, mi hija María me envió este poema. No lo he puesto aquí porque lo haya escrito con diecisiete recién cumplidos. Lo he puesto porque, objetivamente, es un buen poema y, además, de mi hija.

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19 septiembre 2007

escenarios

Unos ven el conflicto sólo como algo externo y, antes de intervenir o no, han resuelto que son moralmente intachables o incluso nunca se han parado a pensar qué y cómo son. Suelen tener buenos sentimientos; es decir, ningún sentimiento profundo. Otros creen siempre que el conflicto es algo entre el mundo y ellos. Seguramente, éstos no se consideran intachables, pero sí tienen un alto concepto de sí mismos. Sienten el mundo como agresión, y ese sentimiento puede acabar en paranoia. Otros, aun teniendo ojos y oídos para los conflictos externos y aun estando a menudo en conflicto con el mundo, no se quieren lo suficiente para irrumpir como justos en el escenario de la injusticia ni para combatir el mundo que les contradice. Saben que la última y decisiva batalla de ese conflicto se libra dentro de sus almas. El trágico conflicto externo y el tragicómico conflicto con el mundo son para ellos sangrante realidad y metáfora dramática. Suelen tener profundos sentimientos. Tan profundos como una charca en la que todo se pudre. Pero puede que no haya mayor profundidad.

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04 septiembre 2007

de guardia

--Quien no ha velado no conoce de verdad el alba ni puede entender las palabras del vigía de Esquilo ni la ansiedad con que aguarda la aurora el centinela del salmo.
--Todos alguna vez han velado.
--Pero no por caridad o por ley.
--Por pura desolación.
--Ésos no esperan el alba.

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