02 agosto 2007

torres en julio

Tarde de verano en Madrid. De repente, las torres, las inesperadas torres. Sólo son torres si son inesperadas, si aparecen de repente, sin que las busque. Y sólo son torres si las veo a lo lejos. No hay una imagen de la torre perfecta, sólo el deseo de que aparezca, de que esté en algún sitio, de encontrarla alguna vez, repentina y a lo lejos. Para quienes las construyen y viven en ellas, las torres son la minuciosa perspectiva y la última defensa, los sentidos activos y la ciega coraza, el mundo dominado y el vértigo vencido. A muchos les resultan indiferentes. Otros las asedian. Para mí son el vértigo invertido y el asombro, la renuncia al vértigo y la derrota.

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