19 septiembre 2007

escenarios

Unos ven el conflicto sólo como algo externo y, antes de intervenir o no, han resuelto que son moralmente intachables o incluso nunca se han parado a pensar qué y cómo son. Suelen tener buenos sentimientos; es decir, ningún sentimiento profundo. Otros creen siempre que el conflicto es algo entre el mundo y ellos. Seguramente, éstos no se consideran intachables, pero sí tienen un alto concepto de sí mismos. Sienten el mundo como agresión, y ese sentimiento puede acabar en paranoia. Otros, aun teniendo ojos y oídos para los conflictos externos y aun estando a menudo en conflicto con el mundo, no se quieren lo suficiente para irrumpir como justos en el escenario de la injusticia ni para combatir el mundo que les contradice. Saben que la última y decisiva batalla de ese conflicto se libra dentro de sus almas. El trágico conflicto externo y el tragicómico conflicto con el mundo son para ellos sangrante realidad y metáfora dramática. Suelen tener profundos sentimientos. Tan profundos como una charca en la que todo se pudre. Pero puede que no haya mayor profundidad.

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12 Comments:

Blogger Antonio Azuaga said...

Para mí falta un cuarto tipo, por más que con ello rompa la racional seducción de las tríadas. No es el que ve, ni el que cree, ni el que se repliega en el alma propia.
Creo que falta uno, el más grande: el que pone el conflicto, el que tensa el arco ontológico entre el hombre y la realidad hasta límites de ruptura. No es un empirista de moral convencional, ni un creyente más o menos atormentado, ni un místico siempre en peligro de naufragar en su “noche oscura” (así entiendo, al menos, tu “pudrirse” en la charca): es un creador. El conflicto con el mundo es su legado al mundo en que los otros tres se desenvuelven. Por mejor explicarme, y sin salirme de lo humano, un ejemplo: San Pablo.
En cualquier caso el conflicto es condición humana, por eso tu primer tipo es el único despreciable: ve, juzga y se contempla el ombligo con fatua satisfacción. Vamos, entre el fariseísmo, la decadencia y la enajenación específica. Un asquito, por “buenos” que sean sus sentimientos.

19 septiembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Está difícil ¿eh? Llevo un rato saltando del conflicto con el mundo a la charca y, no sé, como que no me hallo.

De los intachables, no, tachable del todo y tirando a tachón, eso está claro.

Con los que creen que "el conflicto es algo entre el mundo y ellos" simpatizo bastante, pero no veo que sea necesario que tengan un alto concepto de sí mismos, ni que sientan siempre el mundo como agresión. Sería compatible, me parece, con un alto concepto de lo que se debe ser, y de la distancia infinita entre eso y lo que se es. Sería compatible también con eso tan complicado de estar en el mundo sin ser del mundo. Complicado digo porque tira mucho, no porque agreda, aunque sí, claro, de alguna manera agrede, pero de ahí a la paranoia...

En cuanto a los segundos "otros", íbamos bien: "ojos y oídos", "a menudo en conflicto", "no se quieren lo suficiente para irrumpir como justos en el escenario", iba bien, pero de ahí a la charca...
A lo mejor se puede levantar la mano sin irrumpir mucho, y no por justo, sino por disgusto. O se puede combatir en un campo intermedio entre el alma y el escenario, en la retaguardia de un libro, de un Blog, de la barra de un bar, de tu casa a la hora de comer... Cualquier cosa menos la charca.

Quizá, en tu sugerente tipología del ser y el estar, no estén todos los que son.
¿Y no podríamos pensar que los sentimientos profundos, si son profundos, serán también vivos y, como todo lo vivo, buscarán la corriente y no se dejarán pudrir?

Perdemos la preciosa profunda y podrida aliteración, eso sí.

19 septiembre, 2007  
Blogger Dal said...

Sugerente, pero no exhaustivo. Omites a los mejores: ¿en qué grupo encaja la enorme multitud con vestiduras blancas que ha lavado su ropa en la sangre del Cordero?

No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.

20 septiembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Pues yo creo que soy de los del segundo grupo. Me complazco en la decadencia y en las causas perdidas. Y me regocijo en la derrota. Amo vivir en la cámara de boga de los remeros. La boga de la galera, esa que sólo los condenados constituían.

20 septiembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Conforme con ese "cuarto tipo", Antonio, y, más aún, con el ejemplo que propones. En cualquier caso, y en mayor o menor medida, algunos de esos tipos participan de las características de los otros. En cuanto al tercero, la relación que estableces entre "naufragar" (en su noche oscura) y "charca", no deja de ser expresiva y paradójica.

20 septiembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Crista, veo que no te ha gustado demasiado la imagen de la charca; pero decir otra cosa, hablar de verdadera profundidad, sería atribuir a esa tercera actitud una preeminencia moral que, en muchos casos, no tiene. Sus pocas posibilidades de éxito pasan por derrotar la obsesión y el solipsismo.

20 septiembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

No es exhaustivo, Dal. Tratándose de personas, la variedad de actitudes puede ser infinita. Y, sí, me había olvidado de los mejores. Quizá ellos, con su sacrificio, señalan la única salida de este laberinto.

20 septiembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Alfredo, habría que mantener siempre una escotilla abierta al aire y a la luz.

20 septiembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

En las charcas puede haber podredumbre, pero también nenúfares; puede haber descomposición, pero también vida, y vida hermosa sin duda. La “noche oscura” de la meditación en nuestros grandes místicos cuadra con la segunda. Pero hay otras “noches” que anulan al alma, que anulan casi a Dios. Eso quise decir al entenderte eso; no quise ser paradójico.
Por cierto, como Alfredo, yo me veo en el segundo grupo, aunque lo del “alto concepto de sí mismos”… No sé, no sé… La verdad es que no me quiero mucho, o no tanto como para eso.

20 septiembre, 2007  
Blogger José María JURADO said...

¿A qué batalla te refieres , Julio, a la estadía en el desierto, de la que el hombre puede renacer en santo e irrumpir como el justo en la contienda o la pelea vacía, inane y estéril del existencialista sumido en el abismo mezquino del yo? ¿ Son acaso la misma?¿Conoce una la aurora, desespera la otra en la náusea?

21 septiembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Antonio, lo del "alto concepto de sí mismos" quizá sea exagerado. Sólo quería subrayar que, a veces, puede haber en esa actitud una inflexible complacencia con las propias ideas.

21 septiembre, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Creo que las dos tienen algo en común, José María, aunque se libren desde presupuestos morales muy distintos. El fracaso de la segunda está garantizado, pero un excesivo ensimismamiento en la primera puede conducir también al fracaso.

21 septiembre, 2007  

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