torres en julio
Tarde de verano en Madrid. De repente, las torres, las inesperadas torres. Sólo son torres si son inesperadas, si aparecen de repente, sin que las busque. Y sólo son torres si las veo a lo lejos. No hay una imagen de la torre perfecta, sólo el deseo de que aparezca, de que esté en algún sitio, de encontrarla alguna vez, repentina y a lo lejos. Para quienes las construyen y viven en ellas, las torres son la minuciosa perspectiva y la última defensa, los sentidos activos y la ciega coraza, el mundo dominado y el vértigo vencido. A muchos les resultan indiferentes. Otros las asedian. Para mí son el vértigo invertido y el asombro, la renuncia al vértigo y la derrota.