Y ese otro, también de Lope, en El Serafín Humano, sobre el mismo tema: Cristo como amante que espera ante la puerta cerrada (el famoso topos del paraclausithyron, que dirían los profes de clásicas que andan por aquí, vuelto a lo divino y con una peculiaridad: Cristo no se queja, no avisa, como es habitual desde Horacio, de que no siempre resistirá los desprecios): "Dulcísimo Jesús, yo estaba ciego. Yo estaba ciego, vida de mi vida, ... Vida del alma, yo sentí tus tiros, en mi cama acostado alguna noche y no dije: Señor, ya salgo a abriros... Tú los inviernos en mi calle, helando tu regalado cuerpo, y yo durmiendo, muerto y amortajado en lienzo blando..."
De nada, Julio. La idea del "paraclausithyron" en el soneto de Lope "Qué tengo yo que mi amistad procuras" y en esos versos de "El Serafín Humano" la desarrolla brillantemente Antonio Ramajo Caño en un trabajo que puede encontrarse en la Red, titulado "Anotaciones clásicas y cristianas a un soneto de Lope (Qué tengo yo...)".
Feliz Navidad para ti y para todos los visitantes de tu Blog.
9 Comments:
¡Vaya Don Julio! No sabía que también le dabas a esto del blogger. Lo he visto en Fábula y me lo he apuntado de inmediato. ¿Sigues en Túnez?
Espero que tengas un rato para echar un vistazo al mío y que no te espantes de mis extravagancias.
¡Un abrazo!
http://erasmusreloaded.blogspot.com/
Yo tampoco sabía del tuyo, querido Carlos. Ya he empezado a gozar con tus "extravagancias". Enhorabuena por los poemas y otro abrazo.
…y el estremecedor –por humano– remordimiento del final del segundo: “…para lo mismo responder mañana.”
Y el "yelo frío", Antonio.
Y, también Valdivieso, “… estando de amor ardiendo”, Julio.
Y ese otro, también de Lope, en El Serafín Humano, sobre el mismo tema: Cristo como amante que espera ante la puerta cerrada (el famoso topos del paraclausithyron, que dirían los profes de clásicas que andan por aquí, vuelto a lo divino y con una peculiaridad: Cristo no se queja, no avisa, como es habitual desde Horacio, de que no siempre resistirá los desprecios):
"Dulcísimo Jesús, yo estaba ciego.
Yo estaba ciego, vida de mi vida,
...
Vida del alma, yo sentí tus tiros,
en mi cama acostado alguna noche
y no dije: Señor, ya salgo a abriros...
Tú los inviernos en mi calle, helando
tu regalado cuerpo, y yo durmiendo,
muerto y amortajado en lienzo blando..."
No conocía esa otra versión, Crista. Gracias por hacerme aún más grande a Lope.
De nada, Julio. La idea del "paraclausithyron" en el soneto de Lope "Qué tengo yo que mi amistad procuras" y en esos versos de "El Serafín Humano" la desarrolla brillantemente Antonio Ramajo Caño en un trabajo que puede encontrarse en la Red, titulado "Anotaciones clásicas y cristianas a un soneto de Lope (Qué tengo yo...)".
Feliz Navidad para ti y para todos los visitantes de tu Blog.
Muchas gracias, Crista. Feliz Navidad para ti y para los tuyos.
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