11 junio 2007

la melodía

Escucho la Sonata para violín y piano de César Franck, sus apasionadas repeticiones. Los que no sabemos casi nada de música apreciamos que se nos diga una y otra vez lo mismo, aunque sea con ligeras diferencias. Necesitamos una melodía que se adueñe de nosotros y esperamos esa cosa tan simple: que vuelva, que la melodía sea melodía. Al terminar el concierto, la violinista me dice que esta sonata describe la historia de un amor, desde sus titubeantes inicios hasta la plenitud del cuarto movimiento, pasando por todos los vaivenes, por todas las dificultades que encuentran a su paso los enamorados. Sin embargo, mi oído y mi alma han escuchado otra cosa; han escuchado la historia de la ansiedad infinita, que da vueltas y vueltas sin sentido; han escuchado la ansiedad, su melodía.

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22 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Para mí la música está “ahí”, exactamente igual que estaría el teorema de Pitágoras con o sin Pitágoras: bastaría que existiera un espacio plano y tres puntos definiendo un ángulo recto. Por lo mismo, veo al músico igual que al matemático como un descubridor de armonías y equilibrios. El receptor, el espectador, sin embargo, es un colono; ni ve, ni siente el mismo paisaje. Por eso me parece normal que tú escuches “otra cosa”: el colono lleva consigo su pasado y su fin (finalidad, digo); el descubridor, sólo esto último (a no ser que el descubrimiento ocurra por azar, lo que no creo sea el caso). Naturalmente el colono, por lo que lleva de fin, también es un descubridor, pero de sí mismo. ¿No será la “ansiedad” de la “melodía” tu colonización (también descubrimiento o creación) de esa sonata?

11 junio, 2007  
Blogger Alfredo Rodríguez said...

Es emocionante escucharte hablar de música, de lo que sentiste al escuchar esa pieza en concreto. En realidad es emocionante escucharte hablar de cualquier cosa. Me he impreso todo tu blog (me es imposible leer del ordenador) y voy poco a poco leyéndolo, y la verdad es que es interesantísimo todo lo que cuentas: daría para un libro de esos que se suelen publicar recopilando artículos de un autor.
Volviendo al tema de hoy de tu blog, decirte que siempre he pensado (e incluso he mantenido discusiones sobre el tema) que la vida debería llevar música de fondo a todas horas. Desde que nos levantamos, cuando caminamos por la calle o por el campo, en nuestro trabajo, cuando hacemos el amor, etc... cada momento de nuestra vida debería haber llevado una música concreta de fondo. Una especie de banda sonora original de nuestra vida. Yo, en mi caso, tengo unas cuantas piezas musicales que son casi obsesivas para mí, hasta el punto de que tengo que escucharlas mientras leo, mientras escribo o mientras hago el amor. Se trata de movimientos lentos de viejas obras del barroco italiano, sobre todo de autores casi desconocidos para el gran público: Biagio Marini, Locatelli, Antoni Lotti, Sammartini, o el francés Marin Marais.

11 junio, 2007  
Blogger Jesús Beades said...

"escuché la ansiedad, su melodía"...

(sigue tú el poema)

11 junio, 2007  
Blogger AFD said...

A lo mejor el amor, incluso el pleno, está sumergido en la ansiedad. Si incluso en el amor espiritual ("muero porque no muero") hay ansiedad, en el mundano es seguro.

Tengo una versión en cello que creo te gustaría.

Un abrazo

12 junio, 2007  
Anonymous Anónimo said...

¿Y cómo a alguien tan clásico y antirromántico le gusta una sonata tan intensamente romántica como la de Franck?

Alfredo, no encuentro referencias de esa versión con cello. ¿Serías tan amable de decirnos los intérpretes y el sello?

12 junio, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Antonio, da para reflexionar esa comparación con el descubridor y el colono. Podría hacerse extensiva también a otros géneros artísticos. Por otra parte, estuve tentado de poner, al final de la entrada, "la melodía" y no "su melodía", porque, en el fondo, hablaba de las dos cosas, de la melodía de la ansiedad y de que es ansiedad la melodía.

12 junio, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Gracias, Alfredo (tosigo ardento), por tus generosísimas palabras. La idea del libro se me ha pasado por la cabeza, pero algunas entradas, fuera de contexto, no sé si tendrían el mismo valor. Cuando haya reunido más, veré. En cuanto a la música, coincido contigo: hay una especie de banda sonora de nuestra vida, una serie de temas asociados a determinados momentos. Sin duda, la música es la mejor aliada de nuestra memoria sentimental. No obstante, desde hace tiempo, procuro no mezclarla. Si leo o escribo, me molesta y, si quiero oír música, intento concentrarme exclusivamente en ella. Será cuestión de temperamento. Coincido también en cuanto al barroco italiano y me alegra esa referencia a Marais.

12 junio, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Lo seguiré, Jesús... ¡cuando tenga la melodía!

12 junio, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Así es, Alfredo: el amor (espiritual o mundano), si conserva un solo gramo de pasión, estará abocado siempre a la ansiedad.

12 junio, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Cristina, antirromántico, desde el punto de vista ideológico y estético, puede, aunque no cuando se trata de apreciar a determinados autores y numerosísimas realizaciones concretas. Clásico, no sé. Quizá me sobre la pasión para parecerlo del todo.

12 junio, 2007  
Blogger Adaldrida said...

Yo creo que tu entrada ha seguido los círculos concéntricos de la música. A mí lo que me encanta son esas melodías que se repiten una y otra vez desarrollándose, como el canon de Pachelbel. Me gustan los violines callejeros.

12 junio, 2007  
Blogger samsa777 said...

La ausencia de motivos repetidos suele desconcertar a los que se acercan por primera vez al jazz, de manera que les parece un estilo demasiado abstracto.

Me ha encantado.

13 junio, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Los círculos concéntricos de la ansiedad, Rocío.

13 junio, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Francisco, eso es, precisamente, lo que me aleja del jazz. Más que abstracto, me parece anárquico.

13 junio, 2007  
Blogger samsa777 said...

Acéfalo, en demasiadas ocasiones.

13 junio, 2007  
Anonymous Anónimo said...

El orden y el sentido del orden, Francisco.

13 junio, 2007  
Blogger samsa777 said...

...frente a lo arbitrario y lo caprichoso.

13 junio, 2007  
Blogger Jesús Beades said...

¿Ausencia de motivos repetidos en el jazz? Será en el cool, y otras moderneces como en el último Miles Davis, pero las big band, el be-bop, los temas clásicos de siempre suelen seguir la estructura de: tema principal, variación (solo, improvisación), tema principal, etc. Hay que empezar por Louis Armstrong, Ella Fitgerald, Django, Oscar Peterson, Coleman Hawkins, el primer Charlie Parker (en combo con el joven Miles), y dejar para más adelante, o para nunca, los desvaríos de saxofonistas a lo Bird, con sus escalas rápidas y desestructuradas. El jazz es el hijo complicado del blues, pero sigue siendo su hijo.

14 junio, 2007  
Anonymous Anónimo said...

No lo niego, Jesús. Tú eres quien sabe de esto y, en unas pocas líneas, nos has ofrecido una síntesis espléndida. Sea como fuere, el jazz me resulta en exceso opaco. Será porque no lo entiendo.

15 junio, 2007  
Blogger Paralelo 49 said...

Julio el Jazz tiene algo de peligroso , quizá la entrada en él sea más lenta y cueste un poco más pero una vez pasado el umbral, no hay marcha atrás. Se convierte en mucho más que necesario.

15 junio, 2007  
Blogger Paralelo 49 said...

Coltrane, Coltrane...

My favourite Things

15 junio, 2007  
Anonymous Anónimo said...

Vais a terminar por convencerme, paralelo 49, aunque no sé si, a mis años, puedo aventurarme ya por esas sendas peligrosas y sin retorno. Desde luego, resulta tentador.

15 junio, 2007  

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