08 julio 2008

hesíodo 1

El ruiseñor gime entre las garras del gavilán, y éste le dice que ahora está en su poder, que puede matarlo o devolverle la libertad. A partir de aquí, de este caso extremo, la llamada a la justicia que hace Hesíodo puede confundirse con una llamada a la buena voluntad del más fuerte. La justicia de los hombres nacería con la respuesta positiva a una petición de clemencia y contaminada irremediablemente por la arbitrariedad. Hesíodo enumera a continuación los bienes que dispensa la justicia a los justos y los males que la iniquidad depara a los inicuos; expresa también su confianza en la justicia divina, pero a sus hermosas palabras les cuesta disipar el profundo escepticismo que transmite el ejemplo del ruiseñor y el gavilán, luchar contra su fuerza y hacer creíble la esperanza.

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Creo, amigo Julio, que “a sus hermosas palabras les cuesta disipar el profundo escepticismo” de su cuento porque esa idea de justicia es mercenaria, está a sueldo de una recompensa o amenazada por el infortunio. No es una justicia valiosa por sí misma sino una justicia que espera algo a cambio como pago. En el cristianismo, sin embargo, es al revés: ser justo es dar porque previamente ya se ha recibido todo. El justo aquí se siente deudor, en Hesíodo se supone adeudado. Algo así leía hace poco por estos pagos en palabras del actual Papa (J. Ratzinger. “Introducción al cristianismo”)
Un abrazo

10 julio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Dice el Deuteronomio, en boca de Moisés:

"16 Al mismo tiempo, di esta orden a los jueces: "Escuchen a sus hermanos y hagan justicia, cuando tengan un pleito entre ellos o con un extranjero.

17 No sean parciales en los juicios: escuchen a los humildes lo mismo que a los poderosos. No se dejen intimidar por nadie, porque el juicio pertenece a Dios."

Un saludo,

Hernán Díaz de Leyre

10 julio, 2008  

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