06 junio 2008

nada

Una fecha. Por ejemplo, 1759. Reconstruirla, hasta donde sea posible, a través de lo que, en ese momento, hacían cincuenta, cien, doscientos hombres de biografía más o menos conocida, jóvenes o ancianos, y de todo lo que pasó justo entonces y de cómo eran las ciudades en que vivían y los caminos que transitaban. El título del libro sería ése precisamente: 1759. Pero la imaginación sola no hace las cosas. Una época. Estudiar los siglos cuarto y quinto de nuestra era. No escribir nada al respecto, sólo estudiar. Ver desde Homero a los Padres de la Iglesia el destino de algunas palabras. Seguirles el rastro. No escribir nada, sólo seguirles el rastro. Escribir un ensayo sobre Lorenzo el Magnífico. Leí tres o cuatro biografías, sus poemas y todo lo que cayó en mis manos sobre esa época. Luego, no escribí nada. Escribir un ensayo sobre el amor, otro sobre la libertad y otro sobre la guerra. Del primero, tengo algunas líneas. El segundo me llevó a muchas lecturas y relecturas serias, desde la Escuela de Salamanca hasta finales del veinte, pero no escribiré nada. El tercero me supera, quizá porque es el único en el que podría decir algo no absolutamente trivial. Tampoco escribiré nada. Ni sobre Aldana, porque también me supera.

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16 Comments:

Blogger E. G-Máiquez said...

Pues esta entrada es insuperable.

06 junio, 2008  
Blogger samsa777 said...

Afán perfeccionista, poética silente.

De todos modos, si decides algo en lugar de nada, mantén informados a tus lectores asiduos. ¡Te lo agradeceremos!

Un beso.

Francisco

06 junio, 2008  
Blogger AFD said...

¡oh qué montón de cosas le diría,
cuáles y cuántas, sin temer castigo
de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!

06 junio, 2008  
Blogger Juan Manuel Macías said...

Es una de las más bellas refutaciones de la "grafomanía" que he leído. Aunque estoy con Francisco: esperemos que el silencio pueda dar algún que otro fruto, que siempre son más sabrosos los frutos del silencio que los del tumulto.

06 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Estoy de acuerdo con Máiquez. Lo cierto es que nunca vi a la nada superándose, pero aquí, la nada se alumbra en multitud de superaciones. La más importante, moral. Porque, al cabo, a lo que uno asiste en esta entrada es a una ética intelectual de infrecuente existencia: está unos diez palmos por encima de la humildad socrática, que en el fondo es irónica. Ésta, sin embargo, es de una bella autenticidad personal, aunque los demás no estemos de acuerdo con su conclusión.
Un abrazo, Julio.

06 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Pero sí escribes algo. Cada uno de tus poemas, aunque saques un libro cada muchos años, destila esos ensayos que sólo has imaginado. ¿1759? ¿Acaso crees que llegar a hablar del cuartel del Conde Duque y las líneas rectas no requiere todas esas lecturas que han ido dejando un poso en tu alma? Es injusto que hables de nada; ninguno de tus dones se ha perdido, y tenemos la fortuna de que hayas encontrado un modo de expresión tan intenso como tu poesía. Hay poemas tuyos que valen más (porque acompañan más y resuenan más en el alma) que muchos ensayos imaginados.

08 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Una cierta procrastinación...

Saludos

09 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

No, Enrique. Es convertir en muy poco la casi nada. Gracias, en cualquier caso.

09 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Un poco perfeccionista sí soy, Francisco, pero aquí la culpa habría que buscarla en otro sitio.

09 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

¡Qué lujo Aldana para cualquier literatura, Alfredo!

09 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

¡Pero es que, para mí, es muy fácil no ser grafómano, Juan Manuel!

09 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Tampoco los motivos son éticos, Antonio. ¡Ojalá!

09 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Tienes razón, Boscán: ¡claro que escribo, más incluso de lo que me gustaría, y hago un montón de cosas! Podría hacer más aún, como todos, pero el problema no es ése. Se trata de centrar los objetivos, no sólo de imaginarlos; de ir por orden, metódicamente; de acabar una cosa antes de empezar (¡o imaginar!) otra.

09 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

No, José Ignacio, porque, entre medias, no dejo para mañana los deberes que puedo y debo hacer hoy. No ya sólo los profesionales, sino el que tengo hacia la poesía (que ése sí es un extraño deber). El problema es con el estudio y el ensayo, y la disculpa (si la hay) estaría en la propia culpa, es decir, en la dispersión.

09 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Entre esos Padres de la Iglesia aludidos se encuentra la idea de que la creación es un sacar las cosas de la nada y hasta que la creación no esté plena, la nada se resistirá a ese expolio -a salir de su no ser al ser-. Pero al final, tendremos una creación más rica que la Biblioteca de Babel de Borges el Ciego: una creación plena de ser.

10 junio, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Con tu permiso, Julio:
El comentario de "Auberon quin", me parece un extraordinario comentario merecedor de tu entrada. Y viceversa. Un abrazo.

11 junio, 2008  

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