18 agosto 2008

mediolanum

Et Mediolani mira omnia, copia rerum,
innumerae cultaeque domus, facunda virorum
ingenia et mores laeti, tum duplice muro
amplificata loci species populique voluptas,
circus, et inclusi moles cuneata theatri, templa
Palatinaeque arces opulensque moneta
et regio Herculei celebris sub honore lavacri;
cunctaque marmoreis ornata peristyla signis
moeniaque in valli formam circumdata limbo.
Omnia quae magnis operum velut aemula formis
excellunt nec iuncta premit vicinia Romae.

(Decimus Magnus Ausonius, Ordo urbium nobilium)


Se trata, naturalmente, de una hipérbole, porque, en Milán, no todo eran ni todo son maravillas, pero las hay, y muchas; sobre todo, de esas que renuncian a manifestarse con grandilocuencia, e incluso a insinuarse levemente, de esas que sin querer encontramos cuando no se buscan maravillas. Pueden esperarnos en el patio de un palacio del diecisiete, en una casa de ringhiera, en un ascensor de ochenta años. A veces, no sé el motivo, la maravilla son los raíles del tranvía trazando una inesperada curva. Tal vez sean los dones de la geometría. Hay abundancia de bienes, en efecto. Sobre todo, diría yo, de bienes para el alma, porque, además, hay niebla. Había y hay innumerables casas elegantes. Muchas, ahora, tienen geranios en sus balcones. Hombres elocuentes, ingeniosos y de plácidas costumbres. Sigue siendo así. Ausonio no habla de mujeres, pero allí encontraréis las más hermosas, discretas como su ciudad. El doble muro ya no está, tampoco el circo ni el teatro, ni ese palacio con sus defensas, ni los baños. Queda, eso sí, frente a San Lorenzo, un pórtico de columnas corintias y una estatua, creo recordar, de Constantino. No busquéis tampoco los peristilos. Sin embargo, las desaparecidas murallas y los fosos que la circundaban han dado su forma permanente a Milán, que está hecha de círculos y gira quieta en medio de la llanura. Por eso, cuando se abre ante nuestros ojos la larga perspectiva de una calle recta, experimentamos intensamente el horizonte, ese símbolo de la ansiedad. No creo que haya querido rivalizar nunca con Roma, porque, en materia de hermosura, ¿qué necesidad tiene el alma de emular al cuerpo?

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5 Comments:

Blogger Jesús Beades said...

Qué hermoso texto; me dan ganas de conocer Milán.

18 agosto, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Vale la pena, Jesús. No te defraudará.

18 agosto, 2008  
Anonymous Anónimo said...

Exactamente así lo descubrí yo hace unos años, gracias a ti.

Gracias redobladas hoy, por tanto.

19 agosto, 2008  
Blogger Corina Dávalos said...

La frase final me ha cautivado. Qué bonito texto. Muchas gracias!

19 agosto, 2008  
Anonymous Anónimo said...

No. Gracias a vosotros, Francisco y Anacó.

20 agosto, 2008  

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